Obsesionada por vivir otras vidas, por ser otros, pasa las horas y los días indagando en lo ajeno,
queriendo adivinar en qué falló, qué fue lo que hizo que a ella no le funcionara esa felicidad que ve retratada en los demás, en sus fotos, en sus escritos, en lo que ella se imagina que tienen de perfecto esos extraños. Obsesionada por demostrarse que cualquier existencia es más original, más real y más interesante que la suya. Y cuando todo pasa, cuando llega el dolor de un tropiezo, entonces vuelve la vista atrás y comprende que su experiencia era la que ahora querría encontrar reflejada en sus indagaciones, que ahora ella misma sería ese objeto de deseo, de felicidad anhelada, que imagina en rostros ajenos. Pero ya es tarde, ahora le toca recomponerse, desesperarse, y volver a querer ser como ellos, para volver a quedarse ciega cuando le esté ocurriendo lo que luego deseará no haber perdido.
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