miércoles, 10 de diciembre de 2014

Julia Hartwig

Prueba de vida

Acabé por extraviarlo todo
no queda ya nada
los lugares han perdido su sitio

¿Nada entonces?

Y sin embargo tras la pérdida
y sin embargo tras la purificación
pedura
lo que no puede concebirse

y hay alguien o algo
a quien eso le resulta conocido.

Ser

Ser en el pájaro que vuela
en el escualo que lleva en sus fauces a quien ha salvado
para seguidamente escupirlo con el debido respeto
Ser la chispa que hace arder la espesa cabellera de los robles
Ser los ojos del agua los Dedos de la arena
El flexible brazo de la llama
que al inflamarse se enfría y al enfriarse calienta
Revivir lo que dejamos ahogarse bajo su propio peso
Desde la podredumbre tender la línea directa de la flor
Deshacerse en cenizas No decir adiós.


sábado, 23 de agosto de 2014

Olga Orozco

SOL EN PISCIS

Solamente los muertos conocen el reverso de las piedras.
Solamente las piedras conocer el reverso de los muertos.
Lo sé.
A veces las estatuas vuelven a abrir en mí ciertas heridas
o toman el color de las acusaciones que me impiden dormir.
Pero hay pruebas que nadie quiere ver.
Se atribuyen al tiempo, a las tormentas,
a la sombra de pájaro con que los días se alzan o se dejan caer sobre la tierra.
Nadie quiere pensar que hay muchas muertes por cada corazón.
Tantas como muertos nos lloren.
Tantas como piedras los sigan lamentando.

Existe una canción que entre todos levantan desde los fríos labios de la hierba.
Es un grito de náufragos que las aguas propagan borrando los umbrales para poder pasar,
una ráfaga de alas amarillas,
un gran cristal de nieve sobre el rostro,
la consigna del sueño para la eternidad del centinela.

¿Dónde están las palabras?
¿Dónde está la señal que la locura borda en sus tapices a la luz del relámpago?
Escarba, escarba donde más duela en tu corazón.
Es necesario estar como si no estuvieras.

He aquí el pequeño guijarro recogido para la gran memoria.
De este lado no es más que un pedazo de lápida sin inscripción alguna.
Y sin embargo desde allá es como un talismán que abre las puertas de mi vida.
Por sus meandros azules llego a veces más allá de mis venas:
cerraduras que giran contra la misteriosa rotación de los años,
vértigos de contínuas despedidas que ahora me despiden a través de mis lágrimas de entonces,
hasta ser nada más que una cinta brillante,
un fulgor que ilumina ese fondo de abismo donde caigo hacia el fondo del cielo,
tan ávido como el tambor que invoca las tormentas.

Heroína de miserias, balanceándote ahora casi al borde de tu alma,
no mires hacia atrás, no te detengas,
mientras arde a lo lejos la galería de las apariencias,
las máscaras del sueño que labraste sobre ciegas cortezas para poder vivir.

A solas con tu nombre, contra el portal resplandeciente,
a solas con la herida del exilio desde tu nacimiento,
a solas con tu canción y tu bujía de sonámbula para alumbrar los rostros de los desenterrados;
porque ésa es la ley.
A solas con la luna que arrastra en las mareas del más alto jardín de la memoria
un rumor de leyendas desgarradas por la crueldad de la distancia:
“Cuando llegues del otro lado de ti misma
podrás reconocer el puñal que enterraste para que ti vinieras despojada de todo poderío.
Si avanzas más allá
encontrarás la fórmula que yace bajo los centelleos de todos los delirios.
Si consigues pasar
alcanzarás la Rueda que avanza hacia el poniente.”

Pero no hay arma alguna que arrebate a mi vida su inocencia,
ni retablo enterrado en cuyo espejo de oro se abran las flores de otros mundos,
ni carruaje que avance con el rayo.
Sin embargo, esta palabra sin formular,
cerrada como un aro alrededor de mi garganta,
ese ruido de tempestad guardada entre dos muros,
esas huellas grabadas al rojo vivo en las fosforescencias de la arena,
conducen a este círculo de cavernas salvajes
a las que voy llegando después de consumir cada vida y su muerte.
Celdas tornasoladas del adiós para siempre, para nunca,
y cada una se abre hacia las otras con la fisura de una gran nostalgia
por donde pasa el soplo de los siglos,
la mariposa gris que envuelve con sus nieblas al huésped solitario,
a ese que ya fui o al que no he sido en este y otros mundos.
El que entreteje sus coronas con la ceniza de la tierra,
el que reluce con cabeza de león como un sol heráldico entre las tinieblas,
el que sueña conmigo como con una cárcel de muros transparentes,
esta que soy queriendo guardar la eternidad en el polvo de cada sonrisa,
el que se cubre con ropajes de águila para volar más lejos que la mirada de los hombres,
los que habitan aquí o en otro lado lejos de las investiduras de la sangre
y no puedo nombrar,
y el que rescatará las coraza de luz
-su día levantado palmo a palmo con la noche de los otros-
para cruzar la última puerta el arcano.

Oh, sombra de claridad sobre mi rostro,
relámpago entrevisto desde el fondo del agua:
tu signo estágrabado sobre todas las frentes para la ceremonia de la duración,
para la travesía de todos los recintos en cuyo fondo te alzas como una llamarada de la gran añoranza,
como los espejismos de un perdido país anunciado por el sueño y la sed,
el miedo y la nostalgia,
y el insaciable tiempo que llevamos de migración en migración
como una brasa que quema demasiado.

Todos los grandes vértigos del alma nacen del otro lado de las piedras.

domingo, 11 de mayo de 2014

Piedad Bonett

LAS CICATRICES 

No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son  las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas. 
Explicaciones no pedidas, Visor

martes, 15 de abril de 2014

Qué decir de este sol que todavía no quema,
que asoma delicado tras un cielo grisáceo,
que con tímida calma luce sin atreverse a deslumbrar.
Qué decir de este olor del alba amanecida
que advierte florecer y siembra y lluvia
pero no se despega aún de la helada tardía.
Qué decir de esta noche inserta en luna
cuando el cálido aire ya promete
cantos de grillos y el rubor
de las eternas horas del verano.
Qué decir de los gélidos días que se alejan
dejando en las retinas y en las manos
recuerdos de cristal en blanco y negro.

Diría que llegó la primavera...

jueves, 20 de marzo de 2014

Componer un mundo
a la medida de sus abrazos
con el ritmo de su pulso
delinear y cortar y amasar
imágenes clandestinas.
Dormirse con la aurora
acariciando el piano
y permanecer
creando un universo
en la penumbra
con la certeza firme
de quien alumbra
los sueños imposibles.
Construir un hogar
al calor de sus arrugas
con el brillo de su mirada
pensar y quemar y moler
olores y sabores ya sagrados.
Despertarse en la noche
susurrando al vacío
y permanecer
creando un universo
en el silencio
viviendo su recuerdo
eternamente.

sábado, 15 de marzo de 2014

José Emilio Pacheco

DON DE HERÁCLITO

Pero el agua recorre los cristales
musgosamente:
ignora que se altera
lejos del sueño todo lo existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
Fuego del aire y soledad del fuego
al incendiar el aire que es de fuego
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.

Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:
soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible adonde entraba
(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.

Y fue el olor del mar: una paloma
como un arco de sal ardió en el aire.
No estabas, no estarás,
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y sobre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
el mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed del hombre.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Despertar en la bruma,
el horizonte se ha desdibujado,
tan sólo el propio cuerpo se presenta
como algo palpable y definido.
La humedad se respira, densa y turbia,
los límites se pierden en la nada,
el color ya no existe sin la luz,
todo muestra ese tono de silencio
que provoca una calma interrogante.
Contornos diluidos en la niebla,
el goteo que suena intermitente,
desvalido el paisaje, sucio el cielo,
y ese velo que cubre las montañas.
Despertar y saber que te he soñado,
delicado gorrión entre la bruma...

lunes, 27 de enero de 2014

Julia Uceda

Conocer

Recogió las palabras de su boca
y después las palpó. Aún así no supo
qué le quiso decir que nunca más diría.

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Si se tala un árbol
¿qué sienten sus raíces
perplejas
abandonadas a lo oscuro?

viernes, 17 de enero de 2014

Recibir gotas heladas, hacer acopio de cristales
mientras el viento hiela las manos de los agricultores
y las vacas mugen y los faros despiertan a los peces.
Desde aquí arriba se divisan
las olas encrespadas, las cimas siempre blancas,
cada día es un espejo desteñido
y
cada noche un reflejo en el agua congelada.
Conviven las sirenas y el pájaro de las nieves,
comparten la luz cegadora del invierno perpetuo,
la condición del agua en todas sus formas.
El calor se cobija bajo un manto de nieve,
el horizonte no se ve, se respira,
salada claridad que huele a frío,
certeza de infinito
en un lugar extraño.

viernes, 3 de enero de 2014

Rafael Courtoisie

El amor de los locos

Un loco es alguien que está desnudo de la mente. Se ha despojado de sus
ropas invisibles, de esas que hacen que la realidad se vele y se desvíe.
Los locos tienen esa impudicia que deviene fragilidad y, en ocasiones, belleza.
Andan solos, como cualquier desnudo, y con frecuencia también hablan
solos («Quien habla solo espera hablar con Dios un día»).
Más difícil que abrigar un cuerpo desnudo es abrigar un pensamiento. Los locos
tienen pensamientos que tiritan, pensamientos óseos, duros como la piedra
en torno a la que dan vueltas, como si se mantuvieran atados a ella por una
cadena de hierro de ideas.
El cerebro de un pájaro no pesa más que algunos gramos, y la parte que modula
el canto es de un tamaño mucho menor que una cabeza de alfiler, un infinitésimo
trocillo de tejido, de materia biológica que, con cierto aburrimiento, los sabios
escrutan al microscopio para descifrar de qué manera, en tan exiguo retazo,
está escrita la partitura.
Pero desde mucho antes, y sin necesidad de microscopio ni de tinciones,
el loco sabe que el canto del pájaro es inmenso y pesado, plomo puro que taladra
huesos, que se mete en el sueño, que desfonda cualquier techo y no hay cemento ni
viga que pueda sostener su hartura, su tamaño posible. Por eso algunos locos
despiertan antes de que amanezca y se tapan los oídos con su propia voz, con voces
que sudan de adentro, de la cabeza.
Los pensamientos del loco son carne viva, carne sin piel. En el desierto del
pensamiento del loco el pájaro es un sol implacable. El canto cae como una luz y un
calor que le picara al loco en la carne misma de la desnudez.
Pero la desnudez del loco es íntima: de tanto exhibirla queda dentro. Es condición
interior, pasa desapercibida a las legiones de cuerdos cuya ánima está cubierta por
completo de tela basta, gruesa, trenzada por hilos de la costumbre.
El único instrumento posible para el loco, para defender su desnudez, es el amor.
El amor de los locos es una vestimenta transparente. Esos ojos vidriosos, ese hilo
ambarino que orinan por las noches, ese fragor y ese sentimiento copioso y múltiple
que no alteran las benzodiazepinas, que no disminuye el Valium, permanecen intactos
en el loco por arte del amor.
Es un martillo, y una cuchara, y un punzón. Es todo menos un vestido, no cubre
sino que atraviesa, no mitiga sino que exalta. El amor de los locos tiene una textura,
un porte y una sustancia.
La sustancia se parece al vidrio, pero es el vidrio de una botella rota.

De "Estado sólido" 1996
Premio de la Fundación Loewe