viernes, 17 de enero de 2014

Recibir gotas heladas, hacer acopio de cristales
mientras el viento hiela las manos de los agricultores
y las vacas mugen y los faros despiertan a los peces.
Desde aquí arriba se divisan
las olas encrespadas, las cimas siempre blancas,
cada día es un espejo desteñido
y
cada noche un reflejo en el agua congelada.
Conviven las sirenas y el pájaro de las nieves,
comparten la luz cegadora del invierno perpetuo,
la condición del agua en todas sus formas.
El calor se cobija bajo un manto de nieve,
el horizonte no se ve, se respira,
salada claridad que huele a frío,
certeza de infinito
en un lugar extraño.

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