Equilibrio en las pieles, en los abrazos sordos de deseo, equilibrio en los ojos que miramos cuando nos penetramos, en la locura que nos ata y nos aleja, en la necesidad que nos alumbra, en la libertad que aletea en cada uno de nosotros. Equilibrio en este acompañarnos por el filo de una cuerda, en este justo momento de encuentro y desencuentro, en cada minuto desde que te reconocí, desde que me encontraste.
Suavidad que despierta la niña de antaño, dureza que saca la rabia afuera, la fuerza de la confianza y el misterio del desconocimiento profundo.Equilibrio en las pieles, en los gestos, en cada paso que damos juntos. Equilibrio tan fino y perfecto, que con un simple soplo caeríamos precipitada y hondamente...
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