viernes, 13 de abril de 2012

De pronto tengo miedo,
el vacío se llena de serpientes
y mi cuerpo palpita atravesado
por una aparición de la mentira.
Presiento que estaré sola de nuevo,
va creciendo la angustia arrasadora
y no puedo pararla, es tu engaño
el que me está cubriendo de ceniza.
Ya no puedo mirarte sin leerlo
en tus ojos,
analizando todos y cada uno
de tus gestos, midiendo las palabras
que me enredan, porque siempre
me lían tus palabras.
Se va haciendo un infierno entre nosotros
pues afilas tu acero y me lo clavas
cada vez que nos vemos, sólo daño,
y desconozco aún tus intenciones.
Mi certeza se asienta en las entrañas,
imposible comer, limpiar, no vivo
sólo espero que digas la gran frase
que certifique mi intuición, mis temores.
Tu silencio, distancia e indiferencia
inflaman mi agonía, me intoxicas,
hasta que una noche tienes miedo
y decides hablar de tus verdades.
Nada cuadra con lo que yo veía,
el motivo era otro, no había engaño,
y me planteo entonces, ¿es posible
que me haya equivocado en las señales?
¿Ha fallado mi instinto, mi cuerpo que me avisa,
me traicionó la mente en este caso?
¿Cómo pude sentir con tanta fuerza
algo que según tú nunca ha ocurrido?
Quiero creerte, quiero,
que vuelva ya la calma a nuestro lecho,
tengo miedo
porque si me has mentido
sufriré ciegamente mientras quieras
y si ha sido mi mala fantasía
tengo miedo de mí, de mis fantasmas.
Me cierro de nuevo cuando empezaba a abrirme,
poco tacto has tenido, mucha rabia...

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