viernes, 25 de octubre de 2013

Vuelves en sueños, una y otra vez,
ensueño de verde mar y de canciones,
roto, rasgando el cielo de un verano
que ya no, ya no aquí y nunca.
Te llamo...
Quien inventó el teléfono se equivocaba,
prefiero amar tu voz en blanca noche,
que escuchar tu oscura indiferencia.
Repito la esperanza de un encuentro,
de un encuentro de almas que una vez...
que una vez quizá se acompañaron,
eso creía entonces.
Hoy a través de un aparato
vuelvo a romper tu foto idealizada,
observo tu afilada cercanía
como un falso regalo de amistad
y comprendo
que por mucho que sueñe
ya no hay modo
de tenerte a mi lado
como antes.

2 comentarios:

  1. ¿Hemos sido felices Gabriela? Mi mente me trae recuerdos de espuma, suaves, tiernos, de euforia y de ilusiones, pero miro mis manos y tienen marcas blancas, por las cicatrices, un tacto áspero, árido… Me pregunto entonces ¿Qué ha quedado verdaderamente en mí? Pues si tan solo me vienen recuerdos tan dulces ¿Por qué me duelen tanto? No solo las mentes recuerdan, el cuerpo guarda con una fidelidad más pura cuanto hemos vivido… El alma, solo sabe lo que toca, pues la parte más externa en nosotros es la piel. Es por eso que te invito a preguntarte, a mirarte dentro de las finas arterias que definen las yemas de los dedos, la silueta de tu cuello, el contorno que se desliza de tus labios hasta el obligo, y adentro, el pulso que late en el seno lunar. Y dime, si es verdad que fueron tan bien tratadas, tan dulces las caricias, si realmente te supieron tocar, si todo ese amor estaba también en sus manos y en su tacto. Dime Gabriela, si no hay un puñal atravesado en tus entrañas, dime pues, si el amor que recuerdas no es tanto el amor perdido, sino cuanta belleza anida en ti, que no encuentra lugar… Y huye de este mundo en que gastas tus días por no hallar un sitio donde gestarse, si como ave, vuela por tus sentidos a falta de un espíritu abierto a su poesía, a su magia, y entonces vaga entre recuerdos, imaginándose en ellos cómo pudiera florecer.

    Quizás, y solo quizás, los recuerdos nos sean mejores fantasías, pero siempre tenemos mucho más a nuestro alcance, de lo que podemos imaginar, toca extender los dedos, pues este mundo acontece una vez podemos sostenerlo en nuestras manos, la belleza que nos comparte, a veces debemos arrancársela a cuantos fantasmas viven de nuestra vida, cuando no nos atrevemos a comenzar.

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  2. Tus palabras acarician mis heridas y me dan una visión que había perdido, sí, es cierto que esos recuerdos tal vez sean fantasías, que la poesía recrea no tanto aquello que se perdió como aquello que anida esperando florecer. Antes era un grito, ahora he olvidado esa fuerza y tan sólo susurro entre lamentos. Extenderé mis manos abiertas... gracias

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