Caer en la desidia,
saberse fuerte y no poder hablar,
torrente de palabras que pueden ser volcán
y que se quedan mudas en el cuello,
atascadas aun viendo la salida,
petrificadas, estatua de sal y de cemento,
y sueño con la imagen de un bosque devastado,
y parece que un hilo me cerrara la boca,
puntadas que no duelen, anestesia de años consumidos,
limbo cubierto de basura helada,
vertedero mi cuerpo de sus traumas,
el grito se aniquila por sí solo,
el llanto cada vez más invisible,
la rabia contenida, encadenada,
frío de besos que ya no dicen nada,
huesos de plástico y vientre de madera,
si sigo así cualquier día de éstos
jugarán los niños a ponerme
nariz, escoba, bufanda, gorro...
un muñeco de nieve
en el desierto.
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